Mario Noa Pariona
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Mario Noa Pariona
La suya ha sido la vida de un errante. Conoce la mayor parte de las regiones del Perú, a las que ha visitado por trabajo. Ha sido comerciante, fabricante de artesanías, vendedor de pizarras y reparador de electrodomésticos. Saliendo de Casa de Todos, espera poder vincularse a algún templo para tener un entorno positivo y alejarse de las malas compañías.
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En Casa de Todos, se pasaba los días leyendo la Biblia y entonando canciones religiosas con su guitarra. Mario Noa confía en que la religión lo ayudará a vencer la adicción al alcohol que lo ha acompañado por años. “Aun sabiendo que no debía hacerlo, lo hacía”, decía. Pero ahora está decidido: quiere alejarse de la mala vida y de las malas compañías.
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Uno de sus compañeros en Acho le enseñó a tocar guitarra desde cero. Tenía un cuaderno en el que dibujaba sus pentagramas, notas musicales y hasta la manera en que tenía que posar los dedos de su mano sobre el instrumento. Solo aprendió canciones religiosas en las que le pedía fortaleza al Señor.
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En Casa de Todos, Mario pudo recibir atención médica para tratar uno de sus males más grandes: una eventración. Se trata de una hernia del tamaño de un puño que le sobresale de la parte baja de su abdomen. Este fue producto de una golpiza que recibió en la calle y que casi le costó la vida.
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Mario era uno de los residentes más deportistas de Casa de Todos. Además de practicar ping pong, jugaba de lateral en los partidos de fútbol que se armaban entre enfermeros y albergados, en plena arena de Acho. Para ello, protegía la hernia en su abdomen con una faja de plástico.
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La suya ha sido la vida de un errante. Conoce la mayor parte de las regiones del Perú, a las que ha visitado por trabajo. Ha sido comerciante, fabricante de artesanías, vendedor de pizarras y reparador de electrodomésticos. Saliendo de Casa de Todos, espera poder vincularse a algún templo para tener un entorno positivo y alejarse de las malas compañías.
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En Casa de Todos, se pasaba los días leyendo la Biblia y entonando canciones religiosas con su guitarra. Mario Noa confía en que la religión lo ayudará a vencer la adicción al alcohol que lo ha acompañado por años. “Aun sabiendo que no debía hacerlo, lo hacía”, decía. Pero ahora está decidido: quiere alejarse de la mala vida y de las malas compañías.
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