Niñas sin infancia

Normalizar el abuso: una oscura realidad

En el Perú, al igual que sucede en muchos países de Latinoamérica y del mundo, las niñas y adolescentes enfrentan diferentes situaciones muy complejas que suelen pasar desapercibidas o son intencionalmente ignoradas. Sus voces se pierden y se terminan por olvidar.

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Uno de los problemas más grandes, y que requiere de atención urgente, es el abuso sexual. ¿Es posible normalizarlo? ¿Lo hemos hecho ya? ¿Qué puede esperar una niña o adolescente cuya población, comunidad o su propia familia prioriza otros problemas como la falta de maestros, dirigentes o cabezas de familia por encima de sus derechos?

A través de cifras, imágenes y testimonios, Niñas sin infancia intenta retratar cómo, en distintos lugares de la selva peruana, denunciar una violación sexual es una traición a la familia, una ofensa al vecino, un peligro que representa quedarse sin autoridades y un prevalente temor de las adolescentes a convertirse en la próxima víctima.

Este proyecto, investigado y escrito por Mayté Ciriaco Ruiz, ha sido curado por Luisa Fernanda Arris Calderón, y surge del libro del mismo nombre, publicado en el año 2021 por la Editorial UPC.

Se ha dividido en tres partes. La primera nos acercar a la selva peruana y trata de mostrarnos la dicotomía que ahí se vive: un lugar hermoso, donde mujeres y niñas sufren de abuso sexual o temen sufrirlo por parte de quienes incluso deberían cuidarlas. La segunda parte intenta exponer la magnitud de un problema que tiene que dejar de ser ignorado: el abuso sexual en todas sus formas y su normalización. Por último, la tercera parte pretende llevarnos a actuar y a darnos cuenta de que aún es posible evitar que se repitan historias como las narradas en este especial.

No es fácil para las sobrevivientes denunciar el abuso. Las razones son distintas: desde no reconocerlo —muchas veces por falta de educación sexual integral— hasta el temor de ser atacada nuevamente, ya no solo por su agresor, sino también por una sociedad que revictimiza y señala a quién debió cuidar y a quién debería defender: una sociedad que busca excusas para el agresor y culpas para una sobreviviente a la que terminan por callar.

No obstante, para las niñas que viven en la selva, la situación es mucho más complicada. La seguridad de obtener apoyo y protección frente a una denuncia es casi nula. Sus comunidades y sus propias familias son las primeras que les dan la espalda, las señalan, las acusan e incluso las destierran. Lo más probable es que escuchen de sus madres, tías y abuelas que aquello es algo que pasa.

La realidad es que no debe de pasar y esta muestra busca ser un llamado para evitar que estas historias se repitan.

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